En las economías de mercado coordinadas, el diálogo social y las instituciones de relaciones laborales tienen el papel de reconciliar la subordinación y la libertad económica con el bienestar y la dignidad de los trabajadores. El enfoque de las relaciones laborales se percibe como la mejor manera de reconciliar la sostenibilidad con la productividad en el campo del envejecimiento activo. Los interlocutores sociales deberían utilizar el diálogo social para promover cambios en la legislación, pidiendo una mayor flexibilidad con respecto a algunas medidas legislativas que hoy en día son un obstáculo para el envejecimiento activo, por ejemplo.
Es importante promover el diálogo social en torno al envejecimiento activo de manera preventiva y en una perspectiva a largo plazo. Discutir un problema cuando todavía no se ha materializado, permite encontrar soluciones más sostenibles. A medida que la necesidad y la capacidad de trabajar de los empleados cambia con el tiempo, el equilibrio entre los intereses de las relaciones laborales debe ajustarse, pero también debe de ser anticipado, adaptado y revisado, para reducir las tensiones distributivas dentro de la plantilla, y entre trabajadores y directivos, en una perspectiva de curso vital.
Los interlocutores sociales deben promover la coordinación entre las medidas de envejecimiento activo presentadas en los convenios colectivos y las políticas públicas. Estas últimas tienen una gran importancia en la implementación de políticas de envejecimiento activo. El envejecimiento de la población es un tema que no solo afecta a los interlocutores sociales; por ello, la legislación es fundamental ya que, a menudo, los interlocutores sociales no tienen la posibilidad de implementar políticas integrales de envejecimiento activo en los convenios colectivos. Es necesario, de esta forma, un sistema público de bienestar que promueva políticas activas en el mercado laboral, tanto para la reubicación como para la formación profesional, para garantizar la inclusión de los trabajadores mayores en el mercado laboral.
Para fortalecer el diálogo social en favor del envejecimiento activo, este debe encontrar alternativas a la idea de la jubilación anticipada, que no es una medida de envejecimiento activo.
Cuando los sindicatos tienen un enfoque colaborativo y proactivo en este tema y no conflictivo, y están dispuestos a colaborar, su apoyo para la implementación de medidas de envejecimiento activo se vuelve fundamental a medida que van obteniendo un mejor conocimiento de las necesidades de los trabajadores/as.
Los sindicatos tienen un papel clave en convencer a la directiva y a los comités de empresa para que apliquen la legislación estatutaria, los convenios colectivos y los fondos bilaterales de una manera útil para gestionar los problemas del envejecimiento.
Sin embargo, el contexto favorable para unas políticas de envejecimiento activo sostenibles es aquél donde prevalece un enfoque integrador del diálogo social y las relaciones laborales. Los esfuerzos por una efectiva cooperación implican que los agentes involucrados en el proceso regulatorio se coordinen y colaboren. De esta forma, las políticas efectivas de envejecimiento activo pueden enmarcarse como de interés mutuo tanto para los trabajadores como para las empresas, teniendo ambos la capacidad para cooperar y así lograr ese objetivo común. Esta propuesta es coherente con el Acuerdo Marco Autónomo de los Agentes Sociales Europeos sobre Envejecimiento Activo y un Enfoque Intergeneracional. Dicho acuerdo se basa en la idea de que “garantizar el envejecimiento activo y el enfoque intergeneracional requiere un compromiso compartido por parte de empleadores, trabajadores y sus representantes” (BusinessEurope, UEAPME, CEEP y la CES, 2017).
El diálogo social con el territorio y la comunidad es también clave para una implementación exitosa de las medidas de envejecimiento activo. Al negociar dichas medidas, los interlocutores sociales deben considerar el ecosistema en el que se basan las operaciones de la empresa, así como la distancia para los desplazamientos. En este caso, se informó de una buena práctica con respecto a una empresa con sede en Nuoro. Una vez que finalizó el fondo público de apoyo a la reducción del tiempo de trabajo para enfrentar la crisis económica, un grupo de trabajadores de alrededor de 55 años resultaba ya innecesario. Con el fin de evitar su despido colectivo, su empresa, sindicatos e instituciones locales tuvieron la idea de volver a contratar a los trabajadores despedidos en actividades de servicios sociales relacionadas con la conservación y el cuidado de los bienes urbanos y la comunidad.
El diálogo social debe centrarse en la estrategia de caso por caso junto con un enfoque del envejecimiento activo que tenga en cuenta las condiciones generales de la mano de obra y al trabajador individual, independientemente de su edad. Por ejemplo, existe consenso en que los programas de formación y aprendizaje a lo largo de toda la vida son instrumentos positivos para el envejecimiento activo, siempre que estén centrados en la necesidad del trabajador individual o de un grupos de ellos. Sin embargo, debido a las presiones de costo y eficiencia, los cursos de formación suelen ser generales e impersonales: las empresas tienden a involucrar a la mayor cantidad posible de trabajadores en dichos cursos. Para los trabajadores mayores, el desafío número uno es “aprender a desaprender”. Esto significa que es mucho más difícil formar a más de 50 trabajadores al tener 20-30 años de experiencia y con la dificultad que supone imprimir un cambio de actitud.
El diálogo social es también clave para promover la gestión de las políticas de envejecimiento activo a través de organismos y fondos bilaterales sectoriales. Sin embargo, estos instrumentos son transversales: corresponde a las compañías individuales, a sus representantes de trabajadores y a dichos trabajadores activar esos instrumentos para tratar los problemas relacionados con el envejecimiento.
Es importante aumentar la conciencia sobre la importancia del envejecimiento activo entre los sindicatos y los empleadores para promover el diálogo social sobre este tema y sobre la introducción de medidas de envejecimiento en los convenios colectivos. En general, el enfoque de los empleadores hacia el envejecimiento activo tiende a encontrar un equilibrio entre la sostenibilidad y la productividad de una fuerza laboral que envejece. El fundamento de esta política es combinar las necesidades de los trabajadores de más edad, en términos de equilibrio profesional/personal, salud y seguridad, y motivación, con la necesidad de las empresas de mantener la productividad de los trabajadores. Estos aspectos son vistos en su fundamento como dos caras de una misma moneda y el diálogo social es el mejor instrumento para encontrar el equilibrio entre los intereses de los trabajadores mayores y los de los empleadores. Sin embargo, en algunos contextos es mucho más difícil combinarlos porque el corto plazo tiende a prevalecer en la gestión de recursos humanos. El bienestar de los trabajadores, en general, se considera un costo: el rendimiento en términos de productividad no es inmediato.
El envejecimiento activo, por el contrario, requiere inversión y una perspectiva a largo plazo: ese es el camino a la productividad.
Por otro lado, en algunas empresas, el envejecimiento activo es administrado unilateralmente por la empresa como una política de gestión de recursos humanos sin la participación de los sindicatos, que no tienen interés
También es importante promover el diálogo social sobre el envejecimiento activo a nivel europeo teniendo en cuenta que el envejecimiento de la población es un problema extendido en Europa. Un paso adelante en esta dirección fue la firma del acuerdo marco del que hemos hablado más arriba.
2.5. Cómo afrontar un clima conflictivo en las relaciones laborales
2.5. Cómo afrontar un clima conflictivo en las relaciones laborales