Los cambios físicos y psicológicos relacionados con la edad son una consecuencia natural del envejecimiento de los empleados y, como tal, se pueden percibir en toda la población de personas de edad avanzada.
Además, pueden afectar a los resultados cuantitativos y cualitativos del trabajo, en accidentes en el trabajo, ausencias por enfermedad y, por lo tanto, en los costes en que incurren los empresarios. Las discapacidades funcionales y sensoriales o las enfermedades crónicas que aumentan con la edad representan una serie de amenazas potenciales a las que están expuestos los trabajadores más mayores. Algunas de ellas pueden disminuirse con equipos adecuados o con ciertos ajustes en el puesto de trabajo; otras, como los signos de demencia temprana —aparición temprana de la pre-demencia— o el deterioro cognitivo leve, son difíciles de determinar. Esto es especialmente desfavorable cuando un empleado senior trabaja en un puesto que requiere un funcionamiento mental de alto nivel en el cual disponer de elevadas competencias propias de una cognición en plena forma —tanto el proceso mental de conocimiento, como aspectos de conciencia, percepción, razonamiento y juicio— es un requisito.
Este tipo de cambios se pueden contrarrestar, aunque solo en cierta medida, a través de un aumento de la actividad física e intelectual, así como de otros factores relacionados con el estilo de vida. Los mayores riesgos asociados con el trabajo de las personas de más edad pueden reducirse mediante estrategias o experiencias compensatorias.
A edades avanzadas, especialmente entre las mujeres, las caídas tienden a intensificarse y provocan mayor morbilidad y mortalidad. Además, la probabilidad de caídas entre los empleados/as de más edad aumenta debido a otros factores, como los accidentes cerebrovasculares, la demencia, las cataratas o la degeneración macular relacionada con la edad, por ejemplo. La capacidad aeróbica se reduce y esto se relaciona con el aumento de peso entre las personas mayores de 50 años. La incidencia de dolor crónico de cuello y hombro, las quejas musculo-esqueléticas y otras muchas pueden aumentar a medida que los trabajadores/as envejecen.
Todos estos cambios son de gran importancia para aquellas personas cuyo trabajo requiere posturas restringidas, tareas físicamente exigentes y/o trabajo manual pesado. En general, la salud de los trabajadores/as mayores y la calidad del empleo están interrelacionadas, especialmente en el caso en que existe falta de apoyo en el trabajo y un sentimiento de inseguridad laboral. Las barreras relacionadas con la salud dificultan la introducción de prácticas de envejecimiento activo en el trabajo y obligan a la gerencia a prestar mayor atención individual cuando se trata de brindar soluciones dirigidas al apoyo de los empleados/as mayores.
Ejemplo: ¿cómo superar estas barreras?
Sofía, de 58 años, trabajaba como empleada de limpieza en la oficina de la compañía X. Su gerente notó que la limpieza del suelo empezaba a ser una tarea que presentaba dificultad para ella. Por lo tanto, la compañía compró una máquina de limpieza para Sofía que le facilitaba el proceso de limpieza de la habitación. Más tarde, el gerente observó con sorpresa que Sofía no usaba la máquina de limpieza y continuaba haciendo su trabajo como antes. Al principio, Sofía no quería responder a la pregunta de por qué se negaba a usar el dispositivo de limpieza; sin embargo, pronto explicó que no podía leer el manual de instrucciones porque todo estaba escrito con letra muy apretada y pequeña que no podía leer, incluso cuando usaba las gafas. El gerente le pidió a alguien de la oficina que reescribiera las instrucciones con un tamaño de letra más grande y con más espacio entre párrafos, y después, junto con Sofía, comenzaron a hacer la limpieza con la máquina por primera vez. Además, Sofía visitó a un oftalmólogo que revisó su visión y aconsejó un cambio de graduación. El problema se había resuelto.
Posibles acciones a llevar a cabo:
- Formar a los empleados/as mayores sobre riesgos relacionados con el envejecimiento en el lugar de trabajo y en torno a las soluciones ofrecidas por los empresarios para facilitar la resolución de problemas.
- Introducir cambios en el entorno y la organización laboral para reducir la probabilidad de caídas recurrentes.
- Prestar atención a los exámenes médicos preventivos entre los empleados/as que tengan un perfil proclive a dificultades de salud relacionadas con la edad.
- Promover la actividad física e intelectual entre todos los empleados/as, especialmente entre los mayores de 50 años.
- Promover un estilo de vida saludable (incluida la nutrición) entre todos los empleados/as, sobre todo entre los mayores de 50 años.
- Consultar con un médico acerca de la reducción de medicamentos —la polifarmacia, es decir, tomar 4 o más medicamentos, pueden considerarse un factor de riesgo cuando se trata, por ejemplo, de caídas en el lugar de trabajo.
- Ajustar ergonómicamente los espacios físicos de trabajo a los requisitos de los empleados/as con edad más avanzada.
- Introducir descansos en el trabajo para hacer ejercicios de estiramiento.
- Ajustar la elección del tipo de tareas —las exigencias del puesto de trabajo y el control sobre el mismo pueden tener un impacto en la depresión y/o la ansiedad en la población de personas mayores ocupadas.
- Preparar instrucciones, documentos, explicaciones, advertencias en los entornos laborales, bien visibles y en letra grande, para que los empleados mayores las puedan leer con facilidad y mejoren su sensación de seguridad en el trabajo. La presbicia generalmente ocurre entre personas de 45 a 65 años de edad y se manifiesta por una visión deficiente a corta distancia.
- Debido a la pérdida de audición relacionada con la edad es necesario comunicarse con los empleados de mayor edad con estilo más lento, con voz ligeramente más fuerte y clara.
- Asesorar a los empleados mayores sobre cómo pueden hacer uso de su experiencia profesional a través del desarrollo de estrategias individuales dirigidas a hacer frente, de modo versátil, a situaciones laborales distintas cuando la edad avanzada se convierta en un obstáculo para el desempeño de las tareas.
Preguntas para el diálogo:
¿Los médicos de salud laboral prestan atención al impacto de los procesos de envejecimiento en las capacidades funcionales de los empleados/as de su empresa?
¿Saben los empleados mayores a quién pueden acudir en busca de ayuda cuando, debido a su edad, tengan dificultades para completar las tareas de su actual puesto de trabajo?
¿Sienten los empleados/as de más edad que reconocer sus problemas de salud puede considerarse una razón para justificar la extinción de su contrato?
¿Cuándo fue la última vez que los empleados mayores tuvieron la oportunidad de aprovechar un paquete de servicios de salud adaptados a sus necesidades?
¿Se analizan regularmente las causas de la ausencia de enfermedad entre los empleados mayores en la empresa?
¿Se hace un seguimiento de la tasa de accidentes entre los empleados mayores (especialmente en casos recurrentes) de cara a las acciones preventivas que pudiera tomar la empresa?
¿Se ofrece a los trabajadores mayores la oportunidad de rehabilitación con costes cubiertos por la compañía?
¿Se programan en la empresa sesiones de formación para desarrollar un estilo de vida saludable?
¿Se llevan a cabo consultas, formaciones u orientación sobre el envejecimiento saludable en personas mayores de 50 años?